Capítulo 4 "UN SÍMBOLO"

Uno de esos tantos días después de clases, iba llegando a mi casa, al poner las llaves en la cerradura me doy cuenta de que estaba abierta, la puerta principal dejaba entrever el interior de mi casa, estaba muy asustada, un pánico desgarrador me inundaba limpia y suavemente. Entré con cuidado , caminé hacia mi dormitorio, fue extraño encontrar todo igual, pero sentía mucho frío, me sentía angustiada, tantas cosas habían pasado ultimamente y a nadie le había contado nada, tenía un grave problema de comunicación con mi familia, era realmente fatal esa situación, siempre tenía discusiones por lo mismo, nunca encontré necesario comunicarle mis cosas realmente importantes para mi a nadie, solo las superficiales, que en realidad no valía la pena decirlas.

Estaba tan aburrida que decidí cambiarme de ropa y salir a caminar, ya ni me importaba el saber de por qué se encontraba las puertas abiertas, estaba realmente sin ganas de nada.

Llegué a la misma plaza en donde vi por primera vez a Daniel, me fui a columpiar.

En ese momento llegó Daniel y me saludó y se subió al columpio que estaba a mi lado

- Y ¿cómo estás, te sientes bien?

-Si estoy bien ¿y tu?

- Si bien, oye ¿y por qué te fuiste, verdaderamente te sentías mal?

- Ehh... no en realidad, solo fue una excusa barata, me fui porque no me sentía cómoda del todo.

- ¿En serio, y ahora te sientes cómoda?

- No

- ¿Por qué?

- Es que apareces de repente, entonces eso me intimida un poco, además nunca me respondiste de por qué me entregaste ese papel en el bus, de por qué me fuiste a buscar al liceo, de por qué todo.

- Mm...bueno, eso aclara todo, ¿no crees?

- Si, a veces me cuesta decir lo que me molesta.

- Pero no tiene nada de malo.

- No, es verdad, pero ese no es el punto, aún no me respondes.

- En realidad, ni yo se lo que hago muchas veces, fue porque me dejé llevar, un impulso, además siempre había querido hablarte.

- ¿En serio?, pero yo nunca te había visto.

- ¿Si?, pero yo si, y no podía desaprovechar la oportunidad, ya que sabias que existo.

- Si...puede ser, es increíble...

- ¿Qué es increíble?

- No solo pensaba en voz alta, bueno me tengo que ir, tengo mil cosas que hacer.

- ¿Te acompaño?

- No, prefiero que no, porque así nunca avanzaré en las obligaciones, cuidate, que estés bien

- Igual Sara, nos vemos pronto.

Cuando regresé a mi casa, encuentro mi pieza toda desordenada, pero encontré en medio de ese desastre algo que nunca había visto, era una caja de madera pequeña, con curiosidad la abrí y dentro de ella había un colgante, era de color azul, con dos "eses" entrecruzadas. En realidad le tomé mucha importancia y trato de ver más allá de todo, de razonar sobre su significado.

Dejé eso pendiente dentro de todo su misterio y desidí continuar con mi proyecto, pero era tan tétrico que me daba miedo aceptar la propuesta, pero ya estaba en esto y debía acceder; nunca olvidaré cuando tomé mi celular y llamé a Ian...

Ian es un joven que conocí en el verano de ese año, algo muy particular, algo oscuro también, trabaja en una empresa, es el jefe; el jefe de un empresa cruda y vil en donde terminé siento esclava por siempre y para siempre...

Este joven me había invitado a ser parte de su empresa, ya que necesitaban mujeres que fueran capaz de arriesgarse.

Suena el tono del teléfono y contesta.

- ¿Si? Habla Ian ¿puedo ayudarte?

- Hola Ian, ¿te acuerdas de mi?

- Si, ¿haz pensado en la propuesta?, hoy se cumple el plazo para dar tu respuesta Sara, es un si o un no que cambiará todo.

- Por eso te llamo, ehh...he decidido formar parte de tu empresa, pero quiero que sea algo más formal, ¿tenemos que juntarnos verdad?

- Si, ¿a que hora termina tu jornada escolar?

- A las cuatro de la tarde.

- Esperame a esa hora , yo te paso a buscar y hablamos, estoy muy contento de que hayas accedido, eres la primera mujer que entra, ¡felicidades!

- Gracias, me costó mucho disidirme, además va todo bien en el colegio, no creo que nadie sospecharía de mi.

- Entonces nos vemos, cuidate.

- Igual Ian, que estés bien.

Fue así como empezó todo, mi proyecto recién empezaba, ya no había vuelta atrás, cada minuto que pasaba se convertía en mi oscuridad, mi agonía y mi soledad. Mientras pensaba suena nuevamente mi celular.

- Sara (era Ian) se me había olvidado decirte que el colgante es para ti, sabía que aceptarías, por lo que me adelanté.

- ¿Qué?

- El colgante con las dos "eses" cruzadas.

- Ahh...ahora entiendo, ¿estuviste aquí?

- Aún estoy aquí.

En ese momento un frío terrorífico me atacó y pensaba en cómo pude haber entrado, ¿qué habría pasado si no hubiera aceptado su propuesta? Fue en ese preciso momento que comencé a perder tantas cosas, que ahora pienso, y mi vida pudo haber sido tan distinta, un poco más normal, pero ya el destino me había apuñalado por la espalda muy delicadamente, que mi felicidad solo trascendió siendo una asesina, una asesina a sueldo...